Las mujeres, una pieza clave para el desarrollo en el mundo rural

Este año, ONU Mujeres conmemora de manera conjunta tres fechas clave relacionadas con el papel de las mujeres en el desarrollo, el Día Internacional de las Mujeres Rurales (15 de octubre), el Día Mundial de la Alimentación (16 de Octubre), y el Día Internacional para la Erradicación de la pobreza (17 de octubre). Tres fechas consecutivas que nos recuerdan la importancia de crear un sistema de seguridad alimentaria mundial que ayude a paliar el hambre y a generar desarrollo y paz, destacando la importancia del papel que ejerce la mujer rural para conseguir ambos objetivos.

El Día de la Mujer Rural y el Día de la Alimentación se engloban bajo el mismo lema, ‘El clima está cambiando. La alimentación y la cultura también’, y el Día para la Erradicación de la Pobreza lleva por lema ’De la humillación y la exclusión a la participación: Poner fin a la pobreza en todas sus formas’.

Las mujeres rurales se encuentran en el centro de estos desafíos, ya que según datos de la FAO representan el 43% de la mano de obra agrícola en los países en desarrollo, y son las encargadas de producir, procesar y preparar gran parte de los alimentos disponibles, por lo que sobre ellas recae la gran responsabilidad de la seguridad alimentaria. Por otra parte, el 76% de la población que vive en la pobreza extrema se encuentra en zonas rurales, por lo que las mujeres rurales son colaboradoras fundamentales de las economías del mundo y tienen un rol esencial en los países desarrollados y en desarrollo, incrementando la productividad agrícola y rural y la seguridad alimentaria, y ayudando a reducir los niveles de pobreza en sus comunidades.

El Director General de la FAO, José Graziano da Silva, ha recalcado que “Alcanzar la igualdad de género y empoderar a las mujeres no sólo es lo correcto, sino que es un ingrediente fundamental en la lucha contra la pobreza extrema, el hambre y la malnutrición. Las mujeres son la clave, son la columna vertebral de nuestra labor en la agricultura. Todo es cuestión de oportunidades. Las evidencias demuestran que cuando las mujeres cuentan con oportunidades, los rendimientos aumentan y también sus ingresos, los recursos naturales se gestionan mejor, mejora la nutrición y los medios de subsistencia están más protegidos”.

Parte de la solución a estos problemas radica en transformar los sistemas agrícolas de los países en desarrollo hacia un modelo productivo familiar, doméstico y sostenible en el que la mujer juega un papel decisivo. Según la ONU las mujeres se encuentran con más problemas a la hora de acceder a recursos como la tierra, créditos o sistemas para mejorar la productividad de sus cultivos, teniendo que asumir un papel subordinado. La mayoría de las mujeres que trabajan en tareas agrícolas lo hacen dentro de la producción familiar, compatibilizándolo con otras tareas domésticas, como el cuidado de los niños y el mantenimiento del hogar. Las desigualdades de género y el acceso limitado al crédito, el cuidado médico y la educación han planteado diversos retos a las mujeres rurales. Si las mujeres tuvieran el mismo acceso a los recursos productivos que los hombres podrían aumentar el rendimiento de sus explotaciones, lo que a su vez permitiría reducir el número de personas hambrientas en el mundo, y para ello es crucial el empoderamiento de las mujeres rurales.

Las mujeres rurales forman un colectivo suficientemente grande y diferenciado como para que se diseñen políticas específicas y se contemple su situación en las medidas que se están aplicando. Desde la entrada en vigor de la Ley de Titularidad Compartida de las Explotaciones Agrarias en el año 2012 tan solo 351 explotaciones -17 de ellas en Galicia- se dieron de alta en este tipo de titularidad jurídica, que pretendía poner en pie de igualdad y de derechos al hombre y a la mujer en las explotaciones agrarias familiares.

A día de hoy sigue existiendo la desigualdad de género en medio rural de Galicia y las claves para evitar un medio rural masculinizado pasan por la dotación de servicios, cambio de la mentalidad de los hombres y mayor empoderamiento femenino. Sin mujeres no hay futuro para el medio rural, y esto que puede parecer una obviedad es un grave problema en muchas zonas rurales donde el proceso de envejecimiento ha ido a lo largo de los años acompañado también por una masculinización. Las mujeres jóvenes eran las primeras que marchaban del campo en busca de mejores oportunidades laborales y de igualdad, por lo que el apoyo de la familia y de la pareja es clave para avanzar en la igualdad para la mujer en el rural.

La realidad de la que se parte es que a pesar de que el 49% de los socios de las cooperativas agrarias gallegas son mujeres, estas solo representan el 14% de los miembros de los consejos rectores, y tan solo un 4% de las presidencias de las cooperativas están ocupadas por mujeres. La falta de corresponsabilidad entre hombre y mujer en las tareas del hogar y en el cuidado de los hijos y de las personas mayores hace que esta situación se agrave.

El Ministerio de Agricultura ya adelantó que va a impulsar esta ley para que las mujeres sean cotitulares. Su análisis de porqué no funcionó concluye que la principal razón es por el desconocimiento de esta normativa, tanto entre las mujeres, como entre los funcionarios de las Oficinas Agrarias, así como por la falta de coordinación entre las administraciones. En este sentido, el MAPAMA tiene previsto realizar una campaña informativa y publicar un manual para que tanto las mujeres, como los cónyuges y los funcionarios conozcan las ventajas de esta ley.

En cuanto a las ayudas para el emprendimiento en el rural, la Secretaria General del Sindicato Labrego, Isabel Vilalba, reclama de las administraciones “una mayor sensibilidad, ya que sus proyectos suelen ser de menor tamaño, y más vinculados a la transformación y al desarrollo sostenible, alejados de los proyectos de grandes explotaciones ganaderas, que son las que copan las ayudas”. A este respecto, la Consellería de Medio Rural avanzó que para las ayudas de planes de mejora de este 2018 se incorporará como nuevo criterio que los expedientes presentados por mujeres puntuarán más.

Por lo demás, los datos oficiales confirman que el emprendimiento en el rural sigue siendo principalmente cosa de hombres, excepto en el caso de las pequeñas explotaciones. Al final el problema es el mismo, tanto dentro del campo como fuera de él, para que no haya desigualdades de género en el mundo la educación en el hogar es un punto clave, incluso más importante que en la escuela. Hay que educar a las nuevas generaciones en los valores de igualdad, respeto y tolerancia.

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