COVID-19: una oportunidad para avanzar en la lucha contra la crisis climática

La crisis sanitaria provocada por la COVID-19 no es la primera que sufre el ser humano en su historia, pero nunca antes el mundo globalizado había vivido una pandemia de esta magnitud. Un golpe de realidad que invita a la reflexión pero que, a su vez, supone una oportunidad para avanzar en la lucha contra la crisis climática. En Agroamb lo tenemos claro: si lo hacemos bien, esta es una gran ocasión para salir de la crisis a través de una nueva sociedad sostenible. Es el momento de dejar atrás las viejas formas de consumir, de producir y de movernos.

Ese nuevo paradigma con una marcada conciencia medioambiental será al mismo tempo el mejor aliado para cuidar de nuestra salud. Con un planeta en el que se preserve la biodiversidad las probabilidades de pandemias provocadas por las zoonosis se reducirían notablemente. También los cerca de 40.000 fallecidos que cada año provoca en España la contaminación atmosférica. Estas cifras ponen de manifiesto la importancia de la concienciación de la sociedad en la protección de su entorno.

Cada 5 de junio, desde 1974, la Organización de Naciones Unidas promueve el Día Mundial del Medio Ambiente, una fecha para inspirar un cambio positivo y sensibilizar a la población mundial en relación a temas ambientales, intensificando la atención y la acción política. En el 2020 la celebración será diferente, no solo por el motivo, sino sobre todo por el contexto: el planeta vive una especie de respiro mientras la humanidad lucha contra un virus.

Durante el momento en el que los distintos países iban tomando medidas para combatir a la enfermedad y conteniendo la respiración, muchos expertos hablaban de un cambio de paradigma. Pero, ¿cuánto hay de real en ese cambio y que debemos esperar de la nueva normalidad?

Los niveles de CO2 y NO2 en las principales ciudades españolas un 55% por debajo del promedio en la última década, los canales de ciudades como Venecia con agua cristalino… la naturaleza se manifestaba demostrando que necesitaba un respiro. Esa pausa forzosa en las rutinas diarias, reduciendo desplazamientos o cambiando sistemas de trabajo, sirvió también para poner el foco sobre las consecuencias de la acción del ser humano sobre el medio. Caló lo suficiente ese impacto o será un espejismo y sufriremos el efecto rebote?

El 2020 tenía que ser un año decisivo para las iniciativas contra lo cambio climático. En noviembre debía celebrarse la cumbre sobre acción climática de la ONU de la que saldrían fortalecidos los planes para cumplir con la reducción de emisiones establecida en el Acuerdo de París 2015. Pero, igual que las medidas para combatir el virus dieron una tregua a la naturaleza, también frenaron esos planes para aplacar la crisis climática. La cumbre fue pospuesta hasta el año 2021 y con ella la ejecución de las medidas que se habían podido acordar.

En ese escenario las decisiones que se tomen para reactivar la actividad y la economía serán clave para lograr ese cambio de paradigma y, por tanto, favorecer el cuidado del Medio Ambiente. Si somos capaces de apostar por las energías renovables en lugar de los combustibles fósiles, por la economía circular en lugar de la lineal que agota los recursos y, en general, por un modelo más sostenible de sociedad podremos sacar una lectura positiva, en este aspecto, de los cambios que provocó esta crisis sanitaria.

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